A través de la pintura y el mobiliario urbano se generan bolsas de uso que recogen el espacio en áreas más pequeñas, cuya función queda materializada por el color de la pintura utilizada (zonas de espera asociadas a los accesos de las escuelas, juegos en el chaflán como vínculo entre las dos y espacios de estancia a lo largo del Carrer Fluvià).

Respecto a la formalización de la propuesta, se opta por un lenguaje orgánico que responde a la reproducción de las líneas de la naturaleza por definir con libertad funciones del espacio y por diferenciarse de las líneas rectas de la circulación rodada, intentando que estas geometrías no se limiten al plano horizontal. La flexibilidad en las formas permite conducir vehículos e indicar visualmente con el mismo lenguaje la posición de los pasos de peatones y vados, facilitando la accesibilidad de todos los usuarios.