Entendiendo que el uso del caucho conducirá inevitablemente al uso del color en gran parte de la superficie, el proyecto construye un discurso asociando las 3 subáreas de juego dinámico a los tres pétalos que componen una flor de Buganvilla, muy presente en la zona. En esta línea, se proponen pequeñas colinas de caucho en cada una de las áreas, que favorecen esta visión orgánica de la propuesta.

Esta idea tiene la voluntad didáctica de poner en valor la naturaleza, a la vez que otorgar un carácter diferenciado al área de juegos, haciéndola fácilmente identificable para fomentar la sensación de pertenencia a los usuarios.

Fuera de los pavimentos de caucho, el proyecto apuesta por el uso de materiales que permitan minimizar el impacto ambiental de la propuesta. Se propone el uso de madera en los principales elementos de mobiliario (bancos y cierre perimetral), así como un pavimento de arenisca estabilizado con conglomerantes naturales por el eje de circulación principal.